Por San Valentín

Pude escribir, un poema de amor eterno,
pude en la noche sentirme oscura,
buscando en el silencio un lamento,
pude ante todo sentirme desnuda,
en busca de una canción que me trajera al recuerdo,
aquel beso, de sabor dulzura,
aquella hiel que cruzó mis huesos.

Cerré mis ojos ante el mundo,
abrí mi mente, abrí mis sueños,
a la altura de tu cintura,
rocé tu alma de fiel lamento.

Apreté las palmas de mis manos,
vertí mi cuerpo sobre tu cuerpo,
la flor cálida de primavera,
escuché el sonido de los destellos.

Quizás fue el canto de los pajarillos,
tal vez la esperanza de un día nuevo,
un transcurso de tiempo firme,
que debía agarrar con fuerzas luego.

Y todo ello me condució al mundo,
tu sonrisa de amor perpetuo,
tu mano bastón que agarró con fuerzas,
tu cargada espalda que llevó mi peso.

El amor en la vida pervive,
a través de los momentos,
se apodera de nuestra sombra,
transformándonos en seres nuevos.

Ya mi corazón se dio cuenta,
de donde nació el amor verdadero,
nació, de este pozo de agua de dulzura,
que condujo mi vida a un camino bueno.